Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

El Colegio me formó
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 2


Fecha: 2013-10-16
Área: Histórico Social
Materia: Filosofía I y II
Temática: Formación docente
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Autor(es)
Roberto Gandarilla Sánchez

Palabras clave: formación de la UNAM, ejercicio de la docencia en el CCH, relación entre la Filosofía y el modelo educativo del CCH.

Soy egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde hice la Licenciatura y estudios de Maestría. Tengo más de treinta años impartiendo clases en el CCH Plantel Vallejo. La UNAM me ha formado y el Colegio de Ciencias y Humanidades me ha permitido ejercer mi carrera. En sus aulas, he podido transmitir a mis alumnos los conocimientos, valores y actitudes que la Universidad me ha inculcado y que son parte de mi personalidad.

A más de treinta años de docencia y haciendo un breve balance de todo el tiempo que la vida me ha permitido recorrer en mi plantel, debo decir que soy afortunado, al haber ingresado como profesor al Colegio de Ciencias y Humanidades, pues académicamente el Colegio me formó.

Se dice que cuando se termina una carrera universitaria cualquiera que sea, al salir de la Facultad no se sabe nada. Es después de cinco años de ejercicio profesional cuando realmente puede decirse que se es contador, médico, abogado, arquitecto etc. Esto nos ha pasado a todos.

Cuando ingresé en 1980, desconocía en gran medida los principios pedagógicos del Colegio y sólo cuando escuchaba a mis colegas profesores más involucrados en dicho modelo, como al Profesor José María Camorlinga, a la Profesora Guillermina Saavedra, a la Profesora Carmen Galicia o a la Profesora Lucía Laura Muñoz, quien incluso había sido alumna del Colegio, fue como empecé a conocer, a valorar y a amar a nuestro Modelo Educativo. En este proceso y mediante cursos de didáctica y de acercamiento al Modelo Educativo fue también como me fui haciendo profesor.

Quiero referirme a nuestro Modelo Educativo, porque considero que tiene una gran analogía con mi profesión y con la disciplina que imparto, que es la Filosofía. Como profesor he impartido cursos de Filosofía en diversas instituciones, tanto de nivel medio superior, como en el CECYT No 2 del IPN y, en el nivel superior, en la Universidad Pedagógica Nacional e incluso en el sector privado educativo de nivel preparatoriano.

Sin embargo, en esta breve experiencia, me he podido percatar de que los programas de estudio y los métodos de enseñanza que se siguen, no tienen una coherencia o unidad con un propósito formativo definido con claridad. Al parecer, siguen una idea general o global, que puede ser correspondiente con las exigencias internacionales, pero que no tiene compatibilidad con una idea formativa concreta, fuera de sólo impartir conocimientos; como si el nivel medio superior o el de la licenciatura fueran sólo un nivel de preparación o de terminación de estudios sin más, respectivamente. En estas condiciones, podemos hablar de un divorcio entre la formación curricular y el Modelo Educativo que se aplique. Así, a pesar de que se imparte Filosofía en estas instituciones, el resultado es un lamentable desencuentro con ella.

En nuestro Colegio de Ciencias y Humanidades, por el contrario, tenemos claridad en lo que buscamos. Nos fundamentamos en principios pedagógicos que conciben a la educación como una función que humaniza nuestro conocimiento. Buscamos alcanzar la formación de alumnos reflexivos y críticos opuestos al pensar ordinario colectivo que establece una inercia de comportamiento pasivo e insensible, acorde con lo establecido. Buscamos que nuestros alumnos adquieran una conciencia social de la totalidad, que les permita entender y fundamentar la necesidad ética de una sociedad mejor, una sociedad dinámica con estándares de equidad y justicia.

Por lo anterior, puedo afirmar con mucho convencimiento que el Modelo original de nuestro Colegio tiene bastante afinidad con la enseñanza de la Filosofía que busca la superación material e intelectual del alumno. Por ello, a nivel personal también puedo afirmar que el Modelo Educativo del Colegio representa mi filosofía de la enseñanza, refleja mi sentir humano ante el protagonismo del alumno respecto a su aprendizaje, expresa mi idea de la educación y mi guía sobre qué y cómo enseñar.

En el escenario de la vida ordinaria, nuestros jóvenes se enfrentan a una realidad bastante sofisticada y cibernética; es decir, adulterada y controlada por sistemas impersonales donde los ciudadanos son en gran medida guiados por impulsos que los seducen (Baudrillard). El desarrollo del sistema capitalista sigue su propio impulso, en el que los medios de comunicación más influyentes, como la televisión, la radio y el cine comercial, están hechos para que la gente no piense. Gran parte de su programación se encuentra controlada, orientada, dirigida para perturbar sus sentidos (G. Sartori), sólo para que el ciudadano reciba el mensaje, lo asimile y lo transmita o reproduzca en la práctica. De manera que no promueven la reflexión de las personas.

Ante esta gran fuerza distractora, nuestro Colegio tiene como fundamento didáctico que, en el proceso de conocimiento, nuestros alumnos, antes de aprender una técnica, antes de resolver una ecuación matemática, antes de memorizar, deben desarrollar la habilidad de pensar, deben hacer uso de la reflexión como proceso inicial para conocer objetivamente y comprender.

Esta condición metodológica es esencialmente una característica del pensamiento filosófico, que se aplica en el aprendizaje escolar y en la vida ordinaria. De este modo, la didáctica del Colegio asociada a la filosofía que se imparte en sus aulas, ha desarrollado un tipo de enseñanza que propicia un cambio de actitud que rompa con el pensamiento ordinario del sentido común o empírico, también conocido como pensamiento dirigido, dado que es irreflexivo, espontáneo, superficial y por ello es dócil, sumiso y disciplinado. Fácilmente se le puede dar una orientación. Éste tipo de pensamiento es muy propenso a ser manejable, gobernable, domesticable y colonizable.

En lo referente a su cultura cívica, nuestros alumnos son jóvenes bastante vulnerables a la influencia de una heteronomía engañosa que los trastorna mentalmente. Reciben mensajes que les inculcan el consumo, el hedonismo, la frivolidad y la abstracción de la realidad. En gran medida los entretienen y los mantienen al margen de lo sustantivo y con ello fácilmente pueden ceder a otros la potestad de su persona (N. Bobbio). Con ello también los inducen a aceptar el sistema social, económico y político tal cual y a adaptarse pasivamente a él. Por el contrario, nuestro Colegio, al igual que la filosofía, promueve el desarrollo de un pensamiento autónomo libre de influencias heterónomas; que les permita pensar con claridad y objetividad, atendiendo a lo real y esencial.

Por todo lo anterior, el Colegio de Ciencias y Humanidades es una institución ejemplar. En todos estos años de vida, en sus aulas se han formado generaciones de jóvenes no sólo con sólidos conocimientos científicos y humanísticos, sino también con un compromiso ético de rescate de su conciencia, que difícilmente pueden generar otros bachilleratos del país. En mi caso personal, me siento excesivamente honrado, pues, de manera por demás afable, el Colegio me ha permitido formar parte de su Planta Docente, donde ejercen su función concientizadora distinguidos colegas de todas las disciplinas, entre ellos nuestros apreciables profesores de Filosofía.

Quiero aprovechar esta oportunidad de tomar la palabra escrita y enviar un entrañable saludo con un enorme agradecimiento al fundador de nuestro Colegio de Ciencias y Humanidades, el Dr. Don Pablo González Casanova, y decirle de paso que nuestro Modelo Educativo tiene hoy más vigencia que nunca. Muchas gracias Doctor.Ì