Información, educación y enseñanza de las Ciencias
En el proceso educativo la información es esencial, pues de su uso y transformación depende el desarrollo del conocimiento en las diferentes disciplinas.
Para que la información se transforme en conocimiento debe ser reestructurada o transformada a través del aprendizaje tanto individual como social. Es aquí en donde la escuela juega un papel esencial, al promover de manera intencionada el aprendizaje para la producción de diferentes tipos de conocimiento ya sea, científico, filosófico, matemático o social, entre otros.
En el caso de la Enseñanza de la Biología, es indispensable que los estudiantes aprendan conceptos y procesos biológicos que les permitan comprender los fenómenos naturales y su relación con la vida cotidiana, por lo que es necesario que durante su formación en el bachillerato los estudiantes tengan acceso a fuentes de información originales, verídicas, rigurosas, resultado de investigaciones que les permitan soportar un análisis argumentativo sólido, lo que les posibilitará a su vez comprender, reestructurar y producir nueva información que aumente su conocimiento y enriquezca su cultura científica.
Si bien en el bachillerato no se produce Ciencia, si se enseña cómo se construye el conocimiento científico a lo largo de la Historia. Se analiza la naturaleza de la Ciencia en general y de la Biología en particular a través del análisis de las grandes preguntas que han motivado a los científicos e investigadores en las diferentes ramas de la Biología. Se recrean muchos de los experimentos clásicos y se analizan textos de divulgación y textos científicos relacionados con los principales paradigmas de la Biología, su aportación a la comprensión de los fenómenos naturales y su aporte a la resolución de los problemas que afectan a los sistemas biológicos en los diversos niveles de organización.
La enseñanza de la Biología en el bachillerato tiene gran importancia en la formación del criterio biológico o cultura biológica de los adolescentes de manera que, al finalizar el ciclo, si no continúan con estudios en el área, al menos estén alfabetizados científicamente para ser ciudadanos que sepan tomar decisiones en cuanto a su estado de salud física, psicológica y reproductiva, la prevención de enfermedades, el mantenimiento de una alimentación nutritiva, el establecimiento de relaciones armónicas entre sí mismos y el ambiente, la conservación de la biodiversidad, el manejo de residuos sólidos, entre otros aspectos.
Si por el contrario acceden a estudios superiores, entonces se espera que posean los conocimientos esenciales que les permitan profundizar y dominar los conocimientos que demanda su disciplina para que al egresar cuenten con una sólida formación científica, pero también desarrollen habilidades como la creatividad, la innovación, la resolución de problemas, el trabajo colaborativo, el trabajo en diferentes condiciones, con diversos medios y en al menos un idioma diferente al materno, de manera que todo esto les permita incorporarse con éxito a la investigación, la difusión, la docencia, la producción o los servicios, con los conocimientos, habilidades y actitudes suficientes y apropiadas al perfil solicitado.
A lo largo del desarrollo de la escuela como institución formadora de sujetos se pueden reconocer diferentes etapas de acuerdo con la fuente de información a la que tienen acceso los estudiantes. Así, en una primera etapa la principal fuente de información es el discurso hablado y escrito del docente y el medio utilizado es el pizarrón. El discurso docente se construye con base en los conocimientos disciplinarios a partir del análisis y la consulta de diferentes fuentes bibliográficas en libros y revistas especializadas ya sean de divulgación o reportes de investigación. Aquí es importante el filtro del docente, el cual de acuerdo con su experticia selecciona los textos que a su juicio son más adecuados para construir y comunicar a sus estudiantes la información que le permita acercarse al objeto de estudio. En esta etapa la elaboración de apuntes por parte de los estudiantes se vuelve un recurso importantísimo para plasmar la “memoria del curso”.
En una segunda etapa el discurso docente sigue siendo preponderante, pero ahora se enriquece con el uso de fotocopias como fuente de información. El fotocopiado de textos permitió “democratizar el acceso a la información para los estudiantes” y permitió ser más autónomos en cuanto a la información consultada. Se generalizó el uso de antologías y textos comentados. El uso de las bibliotecas era esencial para que los estudiantes pudieran complementar, contrastar ampliar y mejorar la información que el docente comunicaba.
El arribo de la globalización en el escenario social dio mayor importancia a la construcción y adquisición de conocimientos que permitieran a los sujetos que aprenden el ser críticos, autónomos, creativos, innovadores. Entramos a la etapa de la sociedad del conocimiento, en donde éste se considera como un bien que debe ser apoyado, promovido y utilizado como indicador de desarrollo de un país. La sociedad del conocimiento se caracteriza, de acuerdo con Araiza (2012), por cambios en el nivel social, económico, político y cultural de un país, en donde el conocimiento juega un papel central como motor de la creatividad, el desarrollo y la innovación en diferentes campos y que permite mejorar las condiciones de vida de la sociedad.
Paralelamente se establece la sociedad de la información en donde el desarrollo tecnológico avanzó a grandes pasos con la aparición del internet y la web, lo que permitió la creación, acceso, manejo e intercambio de información por medios electrónicos a millones de personas en diferentes partes del mundo para solucionar problemas sociales, económicos, políticos y educativos. El desarrollo de la web ha sido tan acelerado que hemos pasado de la web1.0 a la web 4.0 en treinta años.
En la actualidad la sociedad del conocimiento y la información confluyen y se realimentan mutuamente. La incorporación de las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC), de las tecnologías de aprendizaje y el conocimiento (TAC) y de las tecnologías del empoderamiento y la participación (TEP) han enriquecido las tareas de investigación, docencia, divulgación y gestión de las instituciones educativas al facilitar el acceso, almacenamiento, procesamiento y difusión de información, en las cuales a través de la promoción de procesos de aprendizaje significativo y esencial dotan al sujeto de los conocimientos que les permitan enfrentar y resolver problemas cotidianos presentes y futuros con éxito y en armonía con otros sujetos y con el ambiente.
Es en este contexto en el que las redes sociales se han vuelto un medio y recurso que la población en general y los estudiantes en particular han puesto en primer lugar como principal fuente de información sobre otras fuentes, incluidas las tradicionales, como el discurso del docente, las publicaciones periódicas y las evidencias obtenidas de investigaciones científicas. En este ámbito es necesario la existencia de criterios, indicadores y filtros que regulen el manejo de la información que está a disposición de los usuarios para garantizar la veracidad de la información que se publica y comparte. Estos recursos y medios han enriquecido y facilitado el trabajo del docente en el aula, al permitir que se complemente y enriquezca el aprendizaje al aprovechar otros espacios y tiempos promoviendo el aprendizaje autónomo y colaborativo de los estudiantes. Sin embargo, la falta de regulación es una amenaza constante con la que se debe lidiar y que debe ser discutida y analizada entre el docente y los estudiantes para favorecer la alfabetización informacional y formar sujetos con criterios éticos en el uso y manejo de la información.
Infodemia y Desinfodemia
Como se revisó en el apartado anterior las redes sociales han tomado un rol protagónico en la formación de los estudiantes como fuente de información primaria.
Desde la declaración formal de la presencia de la pandemia COVID-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en marzo de 2020, la prohibición de acudir a las escuelas y centros de trabajo ha llevado a la población a mantenerse confinada en situaciones extraordinarias, en las que en la mayoría de los casos las condiciones no son las más adecuadas para una convivencia sana, ni para el desarrollo de las clases en línea, virtual y a distancia.
El manejo de la información en las redes sociales desde el confinamiento es un tema de gran importancia para la sociedad en general y en particular para los docentes, pues nos muestra que debemos revisar el impacto y la trascendencia de lo que se enseña y se aprende en la escuela, enfatizando en el manejo ético de la información que se transmite en los medios de comunicación. Aunque desafortunadamente las noticias falsas existen desde hace mucho tiempo, como se puede constatar con el surgimiento de los movimientos terraplanistas, antivacunas y antievolucionistas.
En México, además de lo anterior se conoce la proliferación de noticias falsas en periodos específicos como las campañas políticas o el nombramiento de directivos en instituciones educativas. Sin embargo, desde la declaración de la pandemia en todo el mundo aumentó gravemente la proliferaron de las noticias falsas, las cuales, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización de Estados Americanos (OEI), tienen efectos tan devastadores como el virus en la población mundial.
Entre las noticias más compartidas en Facebook, Twitter y WhatsApp se encuentran las siguientes:
Las relacionadas con el origen del virus, planteando diferentes hipótesis como la creación del virus como arma biológica, el escape del virus de un laboratorio de biotecnología, la transmisión del virus de animales silvestres como civetas, murciélagos y pangolines a los humanos a través del consumo alimenticio.
Aquellas que mencionaban como formas de dispersión del virus el aire, la piel o el contacto con mascotas.
Las que proponían consejos para su tratamiento como ingerir dióxido de cloro en solución acuosa, el consumir sustancias ácidas, agua caliente y hacer gárgaras con bicarbonato.
Otras que descalificaban el uso de mascarillas porque impedían respirar o porque podían provocar narcolepsia.
Hasta las que mostraban imágenes de personas muertas en la calle y hospitales saturados, lo que ocasionó reclamos en los hospitales y agresiones al personal de salud dentro y fuera de las instalaciones hospitalarias.
Todo esto ha creado una situación alarmante y ha llamado la atención de diferentes organismos e instituciones internacionales y nacionales para tratar de analizar y comprender la situación y proponer soluciones a este problema.
En este sentido, la UNESCO publicó dos reportes sintéticos en donde especialistas analizan la situación para que la población pueda comprender en qué consisten y cuáles son los efectos que producen en la sociedad. En estos reportes se define a la desinformación o desinfodemia como el contenido que es falso y tiene un impacto potencialmente negativo, lo cual puede desencadenar consecuencias fatales. Reconoce además la diferencia entre las noticias falsas y las noticias erróneas a partir de la intención del agente que comparte la información. Por ejemplo, cuando el sujeto comparte noticias en donde atribuye propiedades benéficas a tratamientos falsos con el fin de obtener ganancias se habla de desinformación por noticias falsas. En contraste, cuando se comparte información creyéndola verdadera y sin la intención de perjudicar a nadie, se habla entonces de desinformación por información errónea. En ambos casos hay daño para población que recibe y toma por verdadera la información compartida (UNESCO, 2020).
La desinformación durante la pandemia COVID-19 impacta directamente sobre el aprendizaje de conocimientos científicos relacionados con la salud, las relaciones interespecíficas, el manejo de los recursos y la interpretación de datos registrados en tablas y graficas.
La UNESCO considera entonces que es importante conocer la magnitud del problema para poder resolverlo. Así, se realiza una investigación que da como resultado el reconocimiento de cuatro formatos dominantes, que a su vez agrupan nueve temas relacionados con la enfermedad COVID 19 y propone diez categorías de solución.
Los cuatro formatos dominantes son:
1. Narraciones y memes emotivos, incluye una mezcla de narraciones fuertemente emotivas con mentiras, opiniones, información incompleta y algunos elementos de verdad. Son difíciles de detectar.
2. Sitios web e identidades inventadas, incluye fuentes de información y sitios web falsos de instituciones gubernamentales y empresariales.
3. Imágenes y videos fraudulentamente alterados, inventados o descontextualizados, comparte memes virales con fuerte impacto emocional utilizados para generar desconfianza e incertidumbre.
4. Infiltración y campañas de desinformación planificadas, se utilizan bots y trolls para sembrar la discordia entre las comunidades en línea a través del acceso ilícito a datos personales, phising, spam, ganancias monetarias y curaciones falsas.
Los nueve temas clave identificados en los contenidos relacionados con la desinformación y que frecuentemente se relacionan con racismo y xenofobia son los siguientes:
1. Origen y propagación del Coronavirus (SARS-CoV2) y de la enfermedad COVID-19.
2. Estadísticas falsas y engañosas.
3. Impactos económicos.
4. Desacreditar a periodistas y a medios de información creíbles.
5. Ciencia médica; síntomas, diagnóstico y tratamiento.
6. Impactos sobre la sociedad y el medio ambiente.
7. Politización.
8. Contenido promovido por actores que buscan ganancias económicas fraudulentas.
9. Desinformación promovida por celebridades.
Ante la magnitud del problema, las Universidades y las Dependencias gubernamentales se dieron a la tarea de implementar estrategias que pudieran contrarrestar los efectos negativos de la desinfodemia.
Alternativas ante la desinfodemia
Como respuesta a la problemática, la UNESCO propone una tipología jerárquica como respuesta a la desinformación. Cada categoría de respuesta se evalúa con base en sus fortalezas y debilidades y con el derecho a la libertad de expresión. A continuación, se presentan las cuatro categorías generales.
De cada uno de estos puntos se detallan las principales suposiciones y desafíos, algunos de los cuales podrán ser resueltos a corto mediano y largo plazo.
Existen otros documentos relacionados con el manejo de la información durante la pandemia, producidos por la OMS, la OPS y la OEI en donde se establecen lineamientos para el personal de salud, los periodistas, los educadores y la sociedad en general, que abarcan diversos aspectos que pretenden contrarrestar los efectos negativos de la desinfodemia.
Cada uno de los documentos se distribuyen por los mismos medios que lo hace la información falsa, pero aún no se logra tener el mismo impacto que los bulos o fake news.
Lo que queda por hacer depende del trabajo colaborativo de las diferentes universidades, dependencias gubernamentales, ONGs y la sociedad civil.
El papel central de la alfabetización científica e informacional
Entre las propuestas elaboradas por los organismos encargados de atender la pandemia COVID-19, dos son centrales y pueden ser impulsadas por las instituciones educativas como la UNAM y todas sus dependencias.
Ambas propuestas se basan en dos enfoques que ya han sido implementados en algunos sectores pero que aún no logran la trascendencia que se requiere, por lo que la desinfodemia producida por la COVID-19 es una oportunidad para retomarlas y promoverlas en la medida de lo posible. Una de estas propuestas es incorporar los enfoques de alfabetización científica y alfabetización informacional en los planes y programas de estudio para ser revisados como temas transversales y tratados interdisciplinariamente.
De acuerdo con Martin-Díaz y colaboradores (2005), “la alfabetización científica se refiere a los conocimientos básicos necesarios para comprender el mundo y la sociedad en que vivimos, con el fin de formarse una opinión fundamentada sobre los temas sociales en los que están presentes la ciencia y la tecnología, de manera que al tener información fundamentada pueda participar en la toma de decisiones y actuar en la sociedad de manera activa y responsable. También se señala que mediante la alfabetización científica la educación científica se convierte en parte de la cultura del estudiante”.
Algunas de las habilidades que evidencian estar alfabetizado científicamente son:
· Diferenciar el conocimiento científico de otras formas de saber, considerando sus procesos de producción y de validación.
· Contrastar modelos y comprender las diferencias entre distintos niveles de análisis de la realidad (materia, organismo, persona, sociedad).
· Razonar de acuerdo con unos principios y en función de unos datos disponibles, saber distinguir entre afirmaciones argumentadas y las que no lo están.
· Aplicar conocimientos científicos y tecnológicos en temas cotidianos, relacionados con salud e higiene, consumo, seguridad en el trabajo, relaciones sexuales, conducción vial, etc.
· Situar las cuestiones científicas y técnicas en su contexto social, valorando sus repercusiones sobre la sociedad.
· Capacidades relacionadas con el trabajo científico y que pueden tener proyección en la vida cotidiana, como plantear análisis cualitativos y formular preguntas operativas sobre lo que se busca; construir hipótesis fundamentadas en los conocimientos disponibles; elaborar estrategias para la resolución de problemas; realizar análisis detenidos de los resultados y de sus implicaciones tanto personales como sociales y medioambientales; etc.
· Capacidades generales, apreciadas en el mundo laboral, tales como trabajar en equipo, tener iniciativa y creatividad, ser hábil para comunicarse con los demás, etc.
· Reconocer que las decisiones que se van a tomar sobre asuntos tecnocientíficos de interés social y participación cívica se basan en valores personales, ideológicos, sociales y culturales.
· Mostrar actitudes no dogmáticas y dispuestas a ser revisadas según la evolución de ciencia.
Este enfoque de enseñanza de las ciencias pone en el énfasis en la incorporación de elementos metodológicos en los programas de las asignaturas del área científica, que en el caso del CCH incluye a la Física, Química, Biología, Ciencias de la Salud y Psicología.
Se pretende que los estudiantes comprendan la forma en que se genera, transforma y utiliza el conocimiento científico. Además del tipo de representación mental que se utiliza durante la construcción del conocimiento científico, se espera que los estudiantes disfruten con la realización de los experimentos, descubriendo leyes de comportamiento e ideando modelos de la naturaleza, así como con la lectura de diversos temas científicos.
Es importante que en estos momentos y después de la pandemia se enfatice en aquellos temas relacionados con el virus SARS-CoV2 y la enfermedad que produce, COVID-19. Identificar el efecto de la actividad humana sobre el ambiente, las formas de propagación de la enfermedad, los síntomas, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, el manejo de datos epidemiológicos, la fabricación de medicamentos y vacunas, las implicaciones del estado de salud y enfermedad del individuo, así como de los efectos psicológicos sobre el enfermo. Cada uno de los tópicos mencionados y algunos otros pueden ser incorporados e integrados en los programas vigentes en el CCH, con el fin de contribuir a la alfabetización científica de sus estudiantes.
Un complemento esencial para lograr la alfabetización científica es incorporar también la alfabetización informacional (Praga, 2003), “la cual se refiere al aprendizaje de por vida, ya que desarrolla en las personas las habilidades para buscar, evaluar, usar, y crear información en forma efectiva para alcanzar sus metas personales, sociales, ocupacionales y educacionales. Es un derecho humano básico en el mundo digital y promueve la inclusión social de todas las naciones”.
Las habilidades que permiten identificar a una persona alfabetizada informacionalmente son de acuerdo con Doyle (1992):
· Reconoce que la información precisa y detallada es la base para una toma de decisiones inteligente.
· Reconoce la necesidad de información.
· Formula preguntas basadas en esa necesidad de información.
· Identifica las fuentes potenciales de información.
· Desarrolla estrategias de búsqueda con éxito.
· Accede a fuentes de información que incluyen tecnología informática y otras.
· Evalúa la información.
· Organiza la información de cara a una aplicación práctica.
· Integra la información nueva en un área de conocimiento existente.
· Utiliza la información en el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Este enfoque se ha utilizado para formar a los especialistas en manejo de la información como bibliotecarios o archivistas, pero se ha transformado y ampliado su uso a todas aquellas disciplinas en donde el manejo y transformación de la información y la comunicación son el objeto de estudio. La situación actual plantea ampliar la utilización del enfoque en la medida de lo posible para adaptarlo como enfoque transversal en las diferentes materias de los planes de estudio.
Si se logra incorporar estos dos enfoques en los planes y programas de estudio de bachillerato se estará contribuyendo a disminuir o eliminar los efectos negativos de la información, además de contribuir a la formación de sujetos que sepan tomar posiciones y participar activamente en los problemas sociales cotidianos.
La incorporación de estos enfoques requiere de un programa de formación docente integral, interdisciplinario y tecnológico, además de la elaboración de material didáctico que pueda ser utilizado tanto en medios presenciales, en línea o híbridos.
Referencias
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Gómez, D.J (2016). Alfabetización Científica en la Escuela. CSIC. España.
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Poseti, J y Boncheva, K. (2020). Desinfodemia; Descifrando la desinformación sobre COVID-19. Policy Brief No2. UNESCO.
Pozo-Jara, A. (2017). La alfabetización informacional y la alfabetización informática; iguales o diferentes. Dom. Cient. Vol 3. Núm. Monográfico.
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UNESCO. (2020). 19 Propuestas de Educación en Tiempos de Pandemia COVID-19. Educación 2020.
Wan-Zhou. (2020). El Coronavirus; Manual de Prevención. Skyhorse Publishing.
Mtra. Beatriz Cuenca Aguilar
Bióloga y Maestra en Docencia para la Educación Media Superior por la FES Iztacala, UNAM. Especialidad en política y gestión educativa por FLACSO., México. Profesora Titular C, Biología CCH Naucalpan (1986 a la fecha) y de la Maestría en Docencia para la Educación Media Superior, Biología, FES, Iztacala, (2006 a la fecha) UNAM. Ha impartido más de 120 cursos de formación de profesores en el CCH, la ENP, las preparatorias de la Ciudad de México y el IPN. En temáticas relacionados con La Enseñanza de la Biología en el bachillerato, Didáctica de las Ciencias, Evaluación alternativa, evaluación para el aprendizaje, Modelo Educativo del Colegio, Instrumentación Didáctica, Planeación didáctica, entre otras temáticas. Ha dirigido tesis y ha sido parte del comité tutorías de la MADEMS Biología en la FES Iztacala y la Facultad de Ciencias de la UNAM. Es fundadora e integrante del Seminario de Formación de Profesores en Didáctica y Evaluación que este año cumplió 24 años ininterrumpidos de trabajo. Ha diseñado material didáctico para el CCH entre los que destacan: Propuesta de evaluación alternativa. 2003. Paquetes didácticos para la enseñanza de la Biología 1 a IV. 2003 a 2006. Paquetes para la evaluación de los cursos de Biología 1 a IV de los programas actualizados. 2016 a 2020. Participó en el programa PAAS2, haciendo una estancia en el Mount Royal College en Calgary Canadá, en 1996. Realizó una estancia Sabática en la Académie Créteil en Île de France, 2019-2020.