Introducción
En la primavera de 1981, vivencié mi primera experiencia como profesora para impartir clases de Biología y de Método Científico Experimental. Con 24 años, poca experiencia profesional, un bebé en brazos, que nos turnábamos en cuidar mi esposo y yo en los pasillos y jardineras del plantel Vallejo, tratando de que recibiera los rayos del sol vespertino en los jardines del Colegio. De la misma manera, corríamos también al plantel Azcapotzalco, donde también dábamos clases. Estos comienzos en el Colegio dependían de las horas de los interinatos que cubríamos (que generalmente eran de pocas horas y de horarios discontinuos).
Recuerdo que mis primeras clases eran intentos de ordenamiento de información y transmisión de la misma, apegadas a un programa asignado del Área de Ciencias Experimentales, el cual debía cubrir a lo largo del semestre.
Fue hasta 1983, cuando nos establecimos en el plantel Naucalpan, después de participar en el concurso de Definitividad en las asignaturas antes designadas, en donde hasta la fecha continúo dando clases.
Como profesora de asignatura, decidí presentar los exámenes de Física I y Química I, para completar más horas y una franja horaria continua, aunque esto no siempre sucedía así, dado que cada semestre cambiaban de horario los grupos disponibles.
Reconozco que, en estos primeros años de trabajo docente, carecía de los conocimientos teóricos y metodológicos suficientes para el proceso de la enseñanza y el aprendizaje. Recuerdo que mi práctica docente consistía en reproducir algunos de los esquemas que empleaban los profesores que fueron mis maestros en la Universidad y de otros docentes destacados del Colegio de Ciencias y Humanidades.
Por otra parte, trataba de estructurar mi planeación de clases con el apoyo de literatura actualizada en las asignaturas que impartía, compraba algunos textos, revistas especializadas y uno que otro recurso audiovisual, por ejemplo, cuando empezaron a transmitir la serie “COSMOS” de Carl Sagan, me asombré de su estructura didáctica, ¡Qué efectos! ¡Cuánta información ordenada y didácticamente extraordinaria había en sus contenidos!
Inmediatamente supe que me hacían falta más elementos teóricos, pedagógicos y didácticos, para formar a los jóvenes que tenía por alumnos (que a veces eran de mayor edad que yo). De una forma u otra, tenía que buscar la manera de cumplir estas expectativas que me permitieran ir más allá de los esbozos de una enseñanza tradicional.
Esta idea de cambio en el quehacer docente rondaba siempre por mi mente; resultaba evidente que requería de una formación en el campo de la enseñanza y el aprendizaje. Los años que siguieron fueron contextualmente trascendentes: el Colegio exigía en su misión y visión una dinámica coherente, por lo que me vi involucrada en una serie de actividades que buscaban dar cuenta de mi inquietud. De esta forma, fui partícipe de procesos que enriquecieron mi formación docente. Asistí a reuniones colegiadas organizadas por la Institución, me adherí a un grupo de trabajo —uno de los primeros que se formaron en el Colegio—, participé en diversos eventos escolares en donde mis alumnos participaban con sus trabajos, elaboré reactivos para exámenes extraordinarios, etc. Esta efervescencia intelectual me indujo a elaborar la tesis de grado con el apoyo del propio Colegio. Obviamente, fortalecí mi crecimiento en el plantel y participé como sustentante en los concursos por plazas de Profesora de Asignatura (Biología I, II y III, Método Científico y Experimental) y después de Profesora de Carrera.
Durante todo este proceso, participé en la elaboración de diversos productos didácticos y pedagógicos y en comisiones técnico-administrativas, durante la década de los 90.
Todo ese quehacer se reflejó en el aula de manera contundente, unas con gratas experiencias y otras con posibilidades de mejorarlas, pero siempre probando mis materiales y sacando provecho de la reflexión de lo que hice y lo que hubiera podido probar a través de mi experiencia docente.
En breve, describo algunos de los rasgos que han dejado una huella profunda en mi desarrollo profesional como docente en el Colegio de Ciencias y Humanidades.
La formación docente
Para 1984 era indispensable que tuviera un panorama docente, de tipo pedagógico. La oportunidad de mi primer curso de formación se presentó en una convocatoria del CISE (Centro de Investigaciones y Servicios Educativos de la UNAM), el subprograma B, con cursos organizados a manera de una especialidad y cuya orientación estaba dirigida a comprender las bases teóricas y metodológicas del contexto educativo nacional, en las que se incluían aspectos sociales, filosóficos, culturales, políticos, pedagógicos y didácticos.
A modo de taller, se leían y discutían documentos con enfoques holísticos, de cuyos autores oía hablar por primera vez y cuyas tesis me costaba trabajo asimilar, por su gran contenido de información y de cuestionamientos.
Recuerdo que en esa época las jornadas eran de 7:00 a 22:00 horas. Para entonces mi segunda hija y su hermanito estaban al cuidado de una maestra verdaderamente compasiva, quien los cuidaba hasta que llegábamos a recogerlos, a un Kinder con sección maternal cercano a la casa.
En 1985 ya participaba en los cursos locales de formación, especialmente en el área de computación. Desde entonces he tomado una multitud de cursos acerca de diversas tecnologías, hasta llegar a las TIC en 2003 a través del exe-learning, a las redes sociales y la Web 2.0 en 2012.
Indudablemente transité por los cursos que se dieron acerca del modelo del Colegio, el Área de Ciencias Experimentales y la disciplina; los cursos taller impartidos por profesores más expertos en los diversos temas de la Biología o de las formas didácticas de auxiliar a los adolescentes.
La repercusión de este bagaje en el aula me llevó a tener más sensibilidad hacia mis alumnos, como personas con necesidades y carencias, pero sobre todo expectativas por un futuro mejor, con la conciencia de que, a través de su preparación, podrían alcanzar una vida de mejor bienestar, aunque los años de las devaluaciones del país obstaculizaron el crecimiento de mayores satisfactores económicos para la población.
A pesar de ello, seguimos luchando por que los jóvenes estudiantes del Colegio adquirieran la conciencia de que a mayor calidad de formación, las oportunidades laborales serán mejores, aunque habría que recordar que muchas firmas empresariales han considerado políticas de no contratación de los egresados de la UNAM, con el pretexto de que no tienen las habilidades requeridas o están muy politizados.
¿Cómo ingresó la planeación sistemática a cada uno de mis cursos? Fue en los 90, con los primeros cursos docentes de una semana de duración, en los cuales intercambiábamos entre pares las relaciones disciplinarias, procedimentales y actitudinales de los contenidos de los programas. Los resultados fueron interesantes, dado que ahí se hacían propuestas de trabajo que se podían adecuar al contexto del aula.
De hecho, se rescataron las experiencias y saberes de los profesores del Colegio, sobre todo en el ámbito didáctico, donde se empleaban los recursos de las TIC y los demás trabajos que se diseñaron en la década posterior.
Esta actividad de planeación intensa llegó hasta la preparación de “hojas didácticas”, que se entregaban en cada clase a los alumnos, en las cuales se delineaban los aspectos y tiempos medulares a seguir para obtener un producto de aprendizaje al final de la clase o para una sesión posterior.
Cabe mencionar que mi estancia de dos años en el TEC de Monterrey, institución que, a principios de los 90, me formó en la comprensión, desarrollo y puesta en práctica de las habilidades para el desarrollo del pensamiento, la microenseñanza y la redacción adecuada de reactivos para examen de acuerdo a la taxonomía de Bloom, fueron de gran impacto en mi enseñanza. Por supuesto, muchas de estas experiencias fueron rescatadas y aplicadas en el aula y también cuestionadas.
Por entonces, en los cursos de formación docente, se daba una discusión medular acerca de si debíamos preparar a los jóvenes para una licenciatura o en un sentido propedéutico. Tal fue lo álgido de la cuestión, que se llevó hasta la elaboración de los nuevos programas de estudio a principios de este siglo.
Muchos docentes decidimos abordar el camino propedéutico, reforzados con el panorama de la pedagogía de fines de los 90, obtenido a través del Programa de Apoyo a la Actualización y Superación del Personal Docente del Bachillerato de la UNAM (PAAS V). Con las experiencias de los colegas españoles de Madrid y Santiago de Compostela, nos dimos cuenta de que la UNAM tenía los elementos didácticos y pedagógicos disponibles para cambiar la ruta de lo usual hacia el trabajo de los alumnos, a través de los enfoques de la Cultura Básica, además de fortalecer la planeación con los organizadores gráficos, la exposición, la detección de preconceptos y el trabajo colaborativo.
Las actividades intraáulicas tomaron el rumbo de un constructivismo incipiente que se reflejó en las estrategias (unidades didácticas) más ad hoc para la enseñanza aprendizaje de la materia de Biología.
De esta manera, la mezcla de las actividades de formación en la disciplina, el ámbito pedagógico didáctico y las herramientas informáticas posibilitaron una comprensión y acceso rápido a las TIC. Estas tecnologías iniciaron en los 90, pero el desarrollo y acceso a Internet les abrieron el camino hacia las aulas de muchísimos profesores.
Después de participar en siete diplomados, 75 cursos de formación y 25 cursos impartidos a profesores noveles en forma presencial y a distancia, la experiencia adquirida se vierte en el quehacer del aula, sin descuidar el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes.
Siendo reflexiva, voy generando, elaborando y comprobando mis propias construcciones mentales acerca del desempeño docente que debo practicar en el aula; considero que la conceptualización didáctica y pedagógica debe ser coherente con el diseño curricular. Por esto, es imprescindible construir los contenidos y procedimientos a aprender de una manera significativa, utilizando redes, esquemas y mapas cognitivos, como herramientas básicas para facilitar los aprendizajes; de esta forma, también participo en que los estudiantes den sentido y significación a lo que aprenden.
La innovación tecnológica
Al inicio de nuestras primeras experiencias docentes, las clases se complementaban con documentales ex profeso, con herramientas de trabajo que eran la videocasetera y una TV pequeña que transportábamos en el automóvil. Cargando con ellas hicimos una colección de videos en los primeros formatos de cassettes (Beta y VHS), uno podía interrumpir su clase en una parte del video y luego continuar con preguntas de reflexión para los estudiantes o dejar trabajos de investigación documental.
A mediados de los 80, estrenamos nuestra primera PC. El hardware era supergrande con entradas para la impresora de punto, y el drive de los floppy’s (5 ¼); algunos comandos se manejaban en MS-DOS y llegaban a tener 540 megabytes de memoria. Era tecnología de punta para su época. En su pantalla con letras verde fosforescente llegamos a producir un tipo de storyboard—el experimento de Griffith[1]—, un gran avance para el desarrollo de edición de imágenes. Este recurso facilitaba la construcción y elaboración de material impreso (bancos de datos, cuadros, esquemas, cuestionarios, exámenes, lecturas, etc.)
De hecho, la pedagogía y la didáctica de esta época fue desarrollando también propuestas de enseñanza-aprendizaje en forma paralela, con el intento de resignificar los saberes, sobre todo, cuando los estudiantes eran autores de sus propias presentaciones con trabajos pulcros, bien redactados y presentados en procesador de textos, entre otras aplicaciones.
Hoy día, los dispositivos pueden conectarse a través de redes, a veces en forma inalámbrica, el acceso a éstos creció exponencialmente para los usuarios. Se han hecho más sofisticadas las herramientas para el tratamiento de imagen, en dos o en tres dimensiones, el video, los procesadores de texto, las proyecciones de diapositivas, etc.
El software es más accesible porque hay freeware[2], especialmente en el ámbito educativo. Un profesor o un estudiante pueden fácilmente realizar varios tipos de organizadores gráficos para la síntesis de algún tema y exponerlo. Si bien es cierto que siguen siendo útiles los antiguos recursos de papel y lápiz, hay que mencionar que más del 80% de nuestros alumnos cuentan con una computadora, impresora y servicios de Internet.
Un espacio de reflexión aparte merece Internet. Fue pensado para ofrecer acceso gratuito para que la gente se pudiera conectar en todo el mundo a bajo costo. En principio fue así, pero hoy publicidad y otras páginas inútiles flanquean la difusión del conocimiento. Los motores de búsqueda se han hecho tan “amigables” que un alumno puede tener comprensión de este conocimiento procedimental de forma casi intuitiva, así que los estudiantes son capaces de manejar con bastante pericia desde teléfonos celulares, iphone, ipad, computadoras y por supuesto, gran cantidad de software para cualquier tipo de asignatura, o para el ámbito curricular o lúdico.
Ante este panorama, las aulas para el uso de computadoras han cambiado, también las clases que imparten varios profesores, ya sea que las realicen con software en línea o en soporte de DVD o CD en las aulas normales. La formación que los profesores hemos desarrollado siempre es vigente, pero, por supuesto, una directriz importante es el avance tecnológico. Hoy Internet tiene redes sociales educativas, con grandes posibilidades para el intercambio extraclase de los estudiantes con sus profesores o entre ellos mismos
Hoy, ya no utilizo acetatos en clase, ni las herramientas de video que son del “siglo pasado” (proyector de transparencias y de cuerpos opacos). Se facilita usar lap-top o notebook, Ipad, Ipod, unidades USB o memorias externas para cargar información y un proyector o cañón que simplifica el aprendizaje procedimental característico de la Biología. Con ello, induzco la visualización de un proceso intelectual a través de videos de 10 o 15 minutos, para después reconstruir la secuencia que procesan los alumnos en sus notas o materiales didácticos especiales de manera individual, en equipos o grupalmente.
El e-mail o correo electrónico cumple su cometido con el envío de los materiales que requieren los estudiantes para cada sesión. Envío y recibo información de manera ágil y oportuna, remito a páginas Web para su consulta e investigación complementaria, etc.
La planeación está presente con bastante antelación y tenemos el tiempo adecuado para diseñar y elaborar materiales en DVD y otros recursos, los que combinan la información pertinente y actualizada de un tema con las estrategias de enseñanza y aprendizaje, contenidas en un programa diseñado ex profeso (DVD), para que los estudiantes tengan acceso a éste de forma gratuita.
El trabajo colegiado
En 1991, ingresé al Seminario Permanente de Formación de Profesores de Biología y Método Experimental. Este seminario se conformó en 1985, así que fue uno de los primeros ejemplos de trabajo colaborativo docente que se hacía en el Colegio. El responsable y organizador de este seminario era el Prof. Ángel Carballo Hernández y los trabajos que se elaboraban, una respuesta a la pregunta de cómo enseñar con certeza, sencillez y facilidad los temas de los programas.
Lo importante de este grupo de trabajo era que las discusiones en torno a cierto aspecto eran exploradas con rigor hasta llegar a los acuerdos que permitían el siguiente paso en el camino de la construcción; así que en ocasiones se consultaba a los expertos de las Facultades o Institutos para conseguir un curso o una conferencia esclarecedora.
Por otra parte, trabajé la tesis de grado en las instalaciones del plantel Naucalpan con un tema de bacterias fijadoras de nitrógeno en plantas de cacahuate. Fui dirigida por la Profra. Beatriz Cuenca, y esta condición de profesora titulada sirvió para tener mejores condiciones de trabajo.
A fines de los 90, pertenecí al grupo de trabajo denominado Seminario Bioinnova, con los compañeros Beatriz Cuenca, Irma Castelán, Ana Ma. Torices, Miguel Aguilera y Beatriz Rodríguez, quienes nos dimos a la tarea de producir paquetes didácticos para la asignatura de Biología II. Aunque trabajamos poco tiempo se obtuvieron materiales importantes para facilitar el trabajo de los jóvenes estudiantes en relación con los temas del “Origen de la Vida” y la “Evolución de los Seres Vivos”.
Esta etapa de construcción culminó con la elaboración, por algunas profesoras de ese seminario, de un libro de texto: ¿Cómo se produce y transforma la energía en las células?, editado por la UNAM, para una unidad del programa de Biología IV.
En 2005, ingresé a otro grupo de trabajo, el Seminario de Aprendizajes en Biología, formado por los profesores Beatriz Rodríguez, Marisela Álvarez, Leticia Sánchez, y Alberto Peñaloza, con la experiencia que teníamos, produjimos un “Paquete Didáctico para Biología III”. Este material contaba con clases bien planeadas con la estructura de Apertura, Desarrollo y Cierre en cada sesión, lo que permitió dar un seguimiento cognitivo en los alumnos. Adicionalmente el texto original contó con una estructura estratégica de justificación de cada sesión, desde lo disciplinar hasta lo didáctico y sus mecanismos de evaluación. Fue un material muy completo que, al cabo del tiempo, se fue modificando por los integrantes de ese seminario.
En los tres siguientes ciclos, se produjeron dos Software Educativos acerca de “Ingeniería Genética” y “Biodiversidad” para los programas de Biología II y IV, respectivamente. En el inter se validó el material de Ingeniería genética y el siguiente año se produjo la nueva versión de ese material en DVD.
Para el 2010, trabajé en forma individual y generé un Programa de Cómputo para el tema de “Evolución” del programa de Biología III, el cual recopila y vierte todas las experiencias previas de trabajo, además de considerar los conocimientos previos y los preconceptos.
En el ciclo de 2012, trabajé nuevamente en el Seminario Permanente de Formación de Profesores de Biología y Método Experimental, que produjo un “Programa de Cómputo para la enseñanza de la Biodiversidad y su Problemática en nuestro país”. Este DVD terminó en un diseño más sofisticado y cuidadoso con relación al aprendizaje de los alumnos; estamos por probarlo en el próximo semestre y auguro buenos resultados.
Todas estas experiencias no sólo son formas innovadoras de ejercer los procesos de enseñanza-aprendizaje, sino también representan la creación y la inventiva que uno como profesor puede desarrollar en cada momento histórico por el que se transita, es decir, estas contribuciones y vivencias son parte de nuestras vidas que han dejado huellas profundas en nuestro desarrollo profesional.
Comisiones
Desde que empecé la carrera académica me quedó claro que no sólo es necesario cubrir el área Básica y la Complementaria, sino que la Institución requiere que sus profesores se comprometan en otras tareas.
A principios de los 90, estuve coordinando el Área de Ciencias Experimentales, en la cual contribuí a socializar muchos de los trabajos académicos que realizaban los profesores del Área, aprendí a reconocer el liderazgo académico, el sentido de pertenencia institucional y la responsabilidad constitutiva de un cargo académico-administrativo.
Posteriormente, pertenecí al Consejo Interno en sus primeros trabajos, ya que este órgano no tenía mucho de haber sido fundado, logrando con ello, dar apoyo orientador previo a las distintas decisiones que la Institución tenía que poner en marcha para la seguridad de los alumnos y el desarrollo de otras actividades que la Dirección del Plantel requería para organizar sus trabajos académico administrativos.
Desde mediados de los 90, se nos convocó para revisar expedientes del Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo (PRIDE), de acuerdo con los lineamientos y normas de este programa. Esta labor se llevó a cabo en la sede de San Francisco y las posteriores en la Secretaría General. Era satisfactorio ver cómo algunos trabajos de los profesores tenían tanta creatividad y versaban sobre diferentes fuentes. Ahí estaba un tesoro intelectual poco difundido en la comunidad de profesores de todos los planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades. Entonces, me cuestionaba: ¿Por qué no se socializa toda esta producción? ¿Por qué se limita el Colegio a un mero trámite evaluatorio administrativo? ¿Por qué no se brindan más oportunidades a los profesores y estudiantes de alcanzar las metas institucionales con mayor eficiencia y eficacia? Reconozco que las políticas de los líderes educativos se contraponen a veces a la realidad de los beneficios del colectivo; sin embargo, considero que siempre habrá mejores momentos y oportunidades para este fin.
En la misma época, participé como profesora de algunos Comités de Pares para dar una opinión acerca de los trabajos elaborados por los profesores que requerían una valoración para saber si sus productos cumplían las definiciones del Protocolo de Equivalencias.
Hacia el 2002, fui invitada a laborar en el ámbito académico-administrativo, concretamente en la Secretaría Auxiliar del Área de Ciencias Experimentales. La experiencia fue muy interesante, porque me permitió conocer al Colegio en la perspectiva y según los paradigmas de su estructura curricular en las diferentes Áreas. Aprendí cómo ser una persona capaz de dar servicio a la comunidad, entre muchas otras experiencias constructivas y emprendedoras.
En esa época, como presidenta del Consejo Académico del Área, difundí en este órgano colegiado los avances de los programas recién elaborados, promoví con este acto, un proceso más abierto y democrático, muy cercano a la comunidad, aspecto ligado a los principios y fines del Colegio.
Además, antes de ingresar a la Secretaría, fui elegida como profesora representante en la revisión de los programas de Biología I y II, por lo que fue difícil presentar estos trabajos al Consejo sin levantar alguna suspicacia. Sin embargo, se hicieron las críticas y sugerencias pertinentes a los programas del Área y el trabajo fue una acción que quedó asentada en las minutas que eran enviadas a los planteles para el conocimiento del profesorado.
En esta etapa, también conocí la parte mezquina que muestran algunas personas por sus intereses personales y, desafortunadamente, puedo ratificar lo que aprendí en el CISE: la escuela reproduce las formas sociales externas a ésta, lo que es el currículo oculto. Desde entonces, confirmé algo que tenía en mente tiempo atrás: no me gusta la política oportunista.
De 2004 a 2006, estaba comisionada en el Seminario de Material Didáctico en Línea y justamente, gracias a las iniciativas del Director General del Colegio, el Dr. José de Jesús Bazán Levy, varios profesores de diversos planteles nos encontramos seleccionando materiales elaborados por los profesores para ponerlos en línea. Trabajamos sobre las estrategias y elaboramos dos antologías electrónicas en Dreamweaver para destacar algunos trabajos y material indispensable para los cursos, en mi caso, de la asignatura de Biología.
En 2009, entré a la Comisión de “Año de la Evolución” con motivo de los 150 años de la publicación del Origen de las Especies y 200 del natalicio de Darwin. Estas fueron experiencias en los planteles y en Ciudad Universitaria, dignas del naturalista que fue Charles Darwin.
En el mismo periodo, solicitaron mi ayuda para valorar un material de la Secretaría de Educación Pública (SEP), relacionada con las Ciencias Naturales, por lo que tuvimos que reunir a varios profesores especialistas del Colegio y de otras Instituciones de dentro y fuera de la UNAM para obtener sus conclusiones; se compilaron los resultados y la Institución emitió un informe, así como sugerencias para mejorarlo.
En 2008, estuve participando en la Comisión Dictaminadora Local para la promoción de los profesores del plantel. Hoy las condiciones para ser Profesor de Carrera son difíciles, porque hay muy pocas plazas y demasiados concursantes, situación que para ellos se torna tensa e incierta.
Por cierto, en varias ocasiones fui nombrada jurado para evaluar el trabajo de los profesores de otros planteles y es muy difícil no tomar en cuenta sus esfuerzos, cuando en ocasiones todos aprueban, pero sólo puede haber un ganador por el corto número de plazas por las que se concursa. Así pues, he estado como sustentante, jurado y dictaminadora en estos procesos.
En todas las actividades ya señaladas, siempre hubo que tomar decisiones que fueron en muchos casos certeras y en algunos otros no tanto, por las realidades implícitas de los concursos, lo que me deja un poco perturbada. Sin embargo, contribuí a estas acciones con la suficiente honestidad y motivación para resolver los problemas que se presentaron.
Las generaciones de alumnos
Es muy característico en mi persona no pasar lista a los alumnos. Así me enseñaron en el CCH como estudiante: uno entraba a clases porque quería aprender, participaba en las diversas actividades sugeridas por los profesores, hacía las tareas, íbamos a la biblioteca, salíamos de práctica de campo, trabajábamos en equipo. Los profesores fundadores del Colegio siempre llegaban a tiempo a sus clases, no faltaban, eran responsables de nuestros aprendizajes.
Eso fue lo primero que traté de promover en los alumnos, entrar a clase no por obligación, sino por convencimiento. Durante los primeros años funcionó muy bien para mis grupos, con alumnos que sí luchaban por aprender para su carrera en el área de Ciencias.
En este contexto, muchos de ellos eran mayores que yo, algunos trabajaban y ya tenían una familia que mantener. Sin embargo, en pocos años empezaron a entrar alumnos más jovencitos que venían arrastrando las deficiencias escolares del nivel educativo anterior, tenían promedios bajos, provenían de lugares más distantes, con condiciones económicas más apremiantes y con ciertas inestabilidades emocionales, debido a sus condiciones familiares (padres divorciados, hijos fuera del matrimonio, abandonados a familiares directos, con padres analfabetas o con pocos estudios académicos, entre otros factores),sus experiencias académicas eran deficientes e inadecuadas para las exigencias de la estructura curricular del Colegio. Hay que añadir las dificultades propias de ésta, por ejemplo, los temas que se impartían eran variados, dado que las guías y los programas de estudio eran diferentes en cada plantel, o que los profesores contratados aún eran pasantes o carecían de formación pedagógica adecuada, o simplemente, eran profesores que corrían a dar clases de una institución educativa a otra, aspecto que limitaba su compromiso académico con el Colegio, entre otros aspectos determinantes de una verdadera calidad educativa.
Esa situación cambió en el 96 con el nuevo Plan de Estudios, los programas fueron más uniformes pero con cambios significativos en la estructura curricular, por ejemplo, desapareció, la materia de Método Científico Experimental, para mí una vía de Aprendizaje por Proyectos, tan difícil de abordar hoy por el tiempo limitado de que se dispone.
La división en dos turnos aumentó la carga de trabajo en el aula para los jóvenes y también disminuyó su fuente de consulta en la biblioteca, tan precioso recurso de la UNAM.
Estos nuevos perfiles de alumnos dieron pauta a nuevos replanteamientos didácticos y pedagógicos. Muchos de ellos empezaron a consultar información a través de enciclopedias en CD y, pocos años después, a través de Internet, en la medida en que bajaron los costos de la tecnología y se adquirieron más PC.
Para su mala suerte, sus aprendizajes estaban enfocados a la computadora y no al conocimiento de la Biología; ya se podía copiar y pegar la información, sin tener los elementos para reconocer los derechos de autor y, por supuesto, esto redundó en sus aprendizajes, los limitó a ser recolectores de información y no a convertirse en procesadores y críticos de la misma, amén de otros obstáculos sociales que influyen en su entorno y que los limitan de igual manera en su formación y desarrollo intelectual. La habilidad copy-paste es muy frecuente, tanto como para hacer una cita fraudulenta de Internet y decir que es de un texto. Estos son retos cotidianos del trabajo académico que tenemos que enfrentar en todas las asignaturas.
Hoy día, los alumnos de reciente ingreso son adolescentes más jóvenes, muchos de ellos con deficiencias en los procesos de lectoescritura, con poco entendimiento matemático, con mínimo interés en las ciencias naturales. Si bien ha aumentado el egreso, no se tiene certeza en cómo evolucionarán en su futuro académico, laboral y personal.
Por otra parte, los estudiantes sí tienen idea de cómo están las situaciones socioeconómicas del país, pero sus expectativas son de un nivel superficial, consumista, piensan sólo en la adquisición materialista, por ejemplo, en que desearían tener un automóvil, una casa, un buen estilo de vida, etc.; sin embargo, no elevan más sus expectativas de vida, ni en forma personal, ni comunitaria, mucho menos como ciudadanos de un país en crisis. Su forma de intercambio social es virtual y poco trascendente.
Desconocen las problemáticas globales que agobian al mundo, tienen una visión fragmentaria e inconexa de los problemas; por lo tanto, no tienen conciencia del entorno social y natural que los rodea, mucho menos adquieren pauta para mejorar su entorno inmediato. Sabemos que la población mundial está interconectada, que ha crecido enormemente y sus consecuencias inmediatas se reflejan en las catástrofes presentes, como las inundaciones recientes en nuestro país, las que se van a traducir en marginaciones sociales y en más pobreza, en problemas de oportunidades para crecer y desarrollarse en forma más plena y armoniosa.
En fin, hay mucho que hacer, bastante que construir y otro tanto que aportar a nuestros estudiantes, para que éstos adquieran mayor conciencia y mejor conocimiento que los hagan libres de espíritu y de pensamiento para una vida mejor. Para ello, urge que los profesores hagamos un frente común ante estas adversidades de nuestra profesión; urge dilucidar como será nuestra docencia en este panorama, para aportar soluciones coherentes y prácticas que permitan ver surgir la esperanza de una vida mejor para todos los habitantes de este país.
Conclusiones
Han transcurrido 32 años de docencia en el Colegio, ha sido un recorrido arduo, continuo, con una buena disposición para aprender, para participar en las distintas tareas de mi trabajo, acciones que han permitido sacar provecho de las fallas para convertirlas en aciertos; con intentos siempre innovadores para hacer mejor la tarea educativa y con la disposición de acercarse a la excelencia académica.
La docencia impone el reto de que los jóvenes comprendan y con ello hagan suyos los saberes y los lleven a su cotidianeidad inmediata, para resolver conflictos de su mundo real en lo biológico, en lo social, en lo económico y en lo cultural, es decir, participen en su crecimiento personal, en el contexto familiar, profesional y como ciudadanos comprometidos con su ambiente local, regional y sean partícipes de una armonía global.
Las propuestas educativas innovadoras tiene que ver con los mapas mentales y conceptuales, con los software en DVD elaborados ex profeso para ellos, con la relación de trabajo con los compañeros profesores, con el cumplimiento de nuestras responsabilidades escolares, como la llegada en punto a clases, con la participación vivencial y comentada de los problemas personales y nacionales que hacen mella en nuestras vidas, con la orientación adecuada y oportuna que te solicitan tus alumnos, con los retos personales que te tensan y te imponen ciertas limitaciones en el desarrollo profesional y personal, entre otras tantas más.
Todo esto invita a reflexionar y a hacer frente a esa cotidianidad de manera firme y perseverante. Pero bueno, ¡que caray!, tiene que ver con la vida que elegí profesionalmente, la cual ha tenido impacto en mi entorno familiar y social.
Considero que un buen porcentaje de estas vivencias narradas y superadas se lo debo a la UNAM, mi segunda casa, mi alma mater, que me ha dado formación, trabajo, retos y frutos; en fin, toda una historia de vida que ha dejado huellas imborrables y que hay que contar para seguir caminando sobre sendas firmes y seguras, nuevamente, orgullosamente universitaria y cecehachera.Ì
[1]El experimento de Griffith, llevado a cabo en 1928, fue uno de los primeros experimentos que demostró que las bacterias eran capaces de transferir información genética mediante un proceso llamado transformación. Cfr,http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Griffith
[2]El término freeware ("software gratis", del inglés free software, aunque esta denominación también se confunde a veces con "libre" por la ambigüedad del término en el idioma inglés) define un tipo de software que se distribuye sin costo, disponible para su uso y por tiempo ilimitado, y se trata de una variante gratuita del shareware, en la que la meta es lograr que un usuario pruebe el producto durante un tiempo (trial) limitado y, si le satisface, que pague por él, habilitando toda su funcionalidad. A veces se incluye el código fuente, pero no es lo usual. Cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Freeware.