Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

¿Qué tiene que tener un maestro del Colegio?
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 13


Fecha: 2019-10-10
Área: General
Materia: General
Temática: Formación docente
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Autor(es)
María del Carmen Calderón Nava

Palabras clave: actitud docente, emociones, relación institución-docente, manejo didáctico de la disciplina, intercambio colegiado, acompañamiento.

Hemos pasado innumerables horas analizando, buscando y argumentando que tendría que tener, manejar, saber un docente del Colegio para diferenciarse de otro modelo educativo, o, si al ser buen docente en este modelo, automáticamente lo sería en cualquier modelo educativo.

En primer término, si es buen docente, no importa el modelo en el que esté inserto ya que mostraría y potenciaría sus competencias, habilidades y conocimientos en cualquier espacio, tiempo y lugar. Esto es, el énfasis se encuentra en la actitud, en esa disposición persistente para actuar de manera congruente en diferentes circunstancias. De nada sirven maestrías y doctorados si no existe congruencia entre lo que se piensa, se dice y, sobre todo, se actúa.

La actitud implica conocimiento de las propias creencias y de su inevitable relación con las emociones, dimensión que generalmente se pasa por alto en la docencia. Al igual esa dimensión no reconocida pero siempre presente: la ética o ¿se puede concebir un docente sin límites éticos? Los costos de esa ignorancia han sido altísimos, por eso más vale remarcarlos, lo cual no implica ningún tipo de adoctrinamiento o ideologización, sino simplemente decir en voz alta que no todo se vale, pues donde todo se vale, no vale nada.

Esa disposición no se refleja sólo en el aula sino también en su participación en asuntos de carácter público en tanto su interés y comprensión en su entorno, de ahí que sea menester, independientemente de su asignatura, que se acerque a nuevos procesos de globalización, comprenda significados sociales contemporáneos tanto de su entorno como de la propia naturaleza. De ahí que no importa el nombre de su escuela o ascendencia pedagógica, sino su verdadera aplicación.

Lo anterior implica nuevas formas laborales ya que su pensamiento y actuación no están confinados a un solo modelo, sino a denominadores comunes humanísticos.

Pero, en relación con qué tendría que saber manejar ese docente, en cuanto a habilidades docentes se refiere, lo primero, aunque pudiera parecer obvio, sería el dar a conocer al profesor que es una habilidad docente, en que consiste, cómo la puede adquirir y potenciar, a través de cursos de formación continua, aclarar cuáles serían los más idóneas en relación con su propia asignatura. Al decir, “formación continua” no sólo nos referimos al cumplimiento de los puntos que un docente debe de tener y que los cumple con los llamados cursos interanuales, sino a una formación, que, de alguna forma, esté presente a lo largo de los dos semestres de su asignatura, donde se vuelva a recuperar el sentido de lo colegiado, parte nuclear del modelo del Colegio.

Quizás suene utópico pero lo anterior es condición de posibilidad para que el docente pueda tener una visión de conjunto de lo que implica el Colegio, espacio que puede propiciar la comprensión de nuevos procesos de globalización, de otros significados sociales emergentes, nuevas formas de abordar la naturaleza, otra perspectiva del sentido de las crisis sociológicas, del porqué de la internalización en nuestro entorno de muchos distintos tipos de violencia que padecen nuestros alumnos.

¿Puede un docente llevar al alumno a los procesos de análisis, interpretación, comprensión de la realidad, adquisición de conciencia social si él mismo no es reflexivo y crítico?

Quizás un posible plan de mejora concreto y realista podría tomar en cuenta:

·           Hacer explícitas funciones básicas de la docencia, el cómo acercarse a lo que se quiere lograr tanto en el grupo de manera colectiva como con el alumno de manera individual.

·           Creación de prácticas docentes supervisadas y aceptadas de manera voluntaria por el titular del grupo, para poder hacer explícitos fortalezas y debilidades del mismo funcionando como una doble vía: los docentes observadores aprenden y también los docentes en funciones.

·           Impartir, con denominadores comunes consensuados, clases de didáctica en relación con su propia disciplina para los docentes de reciente ingreso, como una auto herramienta para el propio maestro.

·           Crear criterios definitorios claros de los procesos de evaluación, de manera tal que, se haga explícita la relación entre el desarrollo de las habilidades y lo que se pretende lograr.

·           Crear articulaciones tanto dentro de la misma asignatura como con las otras asignaturas del área, quizás esto podría llevar a una posible transdisciplina en un futuro. (Todavía no hablo de interdisciplina, sino de un primer paso).

·           Reproducción de algunos aspectos de los informes de los maestros que pudieran ser de utilidad para otros, por ejemplo, algunas secuencias didácticas o estrategias exitosas.

·           Buscar convergencias en la formación humanista, ciudadana y crítica de cada disciplina y hacerlas explícitas.

·           Fomentar el intercambio de información de lo exitoso de una asignatura a otros docentes.

Con lo anterior sólo me limito en decir por escrito muchos de los comentarios cotidianos de lo que la mayoría padecemos pero que, todos queremos mejorar.Ì