Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

La clase – taller en la asignatura de Historia Universal Moderna y Contemporánea de la Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 13


Fecha: 2019-10-10
Área: General
Materia: General
Temática: Estrategias didácticas
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Autor(es)
Martha Maya Téllez

Palabras clave: docencia y aprendizaje, función docente, relación entre evaluación y aprendizaje

 La noción de una clase – taller comenzó a concebirse de forma conjunta con la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades, a fin de adaptarse a la nueva propuesta educativa que representaba nuestro bachillerato. No obstante, fue hasta 1996 que la concepción de clase – taller comenzó a ser descrita de forma general como parte del Modelo Educativo de nuestra institución, contenido en el Plan de Estudios Actualizado (PEA, 1996). De acuerdo con ello, una clase – taller se define como una sesión de “dos horas…para facilitar el trabajo en taller, el desarrollo de habilidades y la participación de los alumnos”.

Tal descripción, empero, no dejaba clara la concepción de construir conocimiento en el aula. De suerte que, a partir de entonces, se han llevado a cabo diversos esfuerzos por explicarla plenamente. Como resultado de tales esfuerzos, a través de las diferentes versiones que han experimentado los programas de estudio del Colegio, se puede encontrar que, en actualizaciones recientes de los mismos, la clase – taller es considerada como una dinámica de trabajo en el aula, o mejor dicho como la metodología principal del enfoque didáctico que permea todas las asignaturas del Plan de Estudios del CCH.

En el programa actualizado de la materia de Historia Universal Moderna y Contemporánea I – II (2016), se encuentra una definición explícita sobre lo que implica la concepción de un curso - taller: “…un curso es la explicación orgánica de una disciplina y… taller se entiende el lugar donde se realiza un trabajo práctico”. Derivado de lo anterior, se puede inferir que una clase – taller implica tanto la construcción del conocimiento teórico de una disciplina, como la construcción y práctica para el aprendizaje del conocimiento teórico, lo cual, continuando con la cita derivada del programa de estudio, posibilita al alumno “la adquisición de aprendizajes y el dominio de capacidades”. Mejor aún, a través de una clase – taller se orienta a los alumnos hacia la adquisición de aprendizajes que les permitan desarrollar habilidades intelectuales, “a fin de comprender procesos históricos y un manejo adecuado de los conceptos centrales de cada una de las unidades” que componen el programa de Historia Universal (Programas de Estudio, 2016).

A partir de lo anterior, se podría afirmar que en una clase taller existen dos fases principales: la construcción del conocimiento teórico disciplinario y la apropiación de tal conocimiento a través de la práctica. En la primera fase, la participación e interacción del formador con el alumno resulta un imperativo. Es el momento en que el docente transmite la parte esencial del conocimiento a construir, el denominado “qué” del propósito educativo. En la segunda fase, marcada por la práctica, el alumno es el principal actor. Es el momento de llevar a cabo estrategias de aprendizaje centradas totalmente en el alumno, y por tanto corresponden al “cómo” y “para qué” del propósito educativo.

Llevar a cabo estas dos fases principales de la clase – taller implica considerar también dos procesos clave para la ejecución de la misma: el proceso previo y la clase - taller misma con la conclusión correspondiente.

Proceso previo a la clase – taller

La ejecución de una clase – taller representa sólo una parte del amplio proceso educativo que comienza con las políticas educativas internacionales y nacionales, así como de la concepción educativa institucional. Políticas y concepciones que derivan de las necesidades educativas ubicadas en contextos específicos, siendo su principal característica la calidad en la educación, es decir, que respondan a las necesidades educativas de la sociedad a la cual se atiende (Fuentes Molinar, 1990).

En el caso de la Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades, y de acuerdo al Modelo Educativo de la misma, la calidad educativa se hace explícita en la filosofía y la misión del Colegio. A grandes rasgos la filosofía de nuestra institución parte de la concepción general sobre el ser humano como un ser en proceso, indefinidamente perfectible, sensible a todo lo que le rodea; práctico, creador, social, histórico, consciente, único, libre, responsable de su propio destino, con la capacidad de integrar acción, pensamiento, palabra y pasión (PEA, 1996).

A partir de esta visión filosófica, en el Colegio se ha establecido como misión esencial la formación integral del alumnado en una cultura básica, por lo cual será capaz de comprender los conocimientos que se le ofrecen, juzgarlos, relacionarlos con su propia experiencia y realidad, así como adaptarlos y asimilarlos crítica y personalmente, e incluso, trascenderlos y reelaborarlos o sustituirlos por otros mejor fundados. De ahí que el alumno deberá saber y saber hacer, uniendo conocimientos al dominio inicial de metodologías, procedimientos de trabajo intelectual, técnicas, prácticas, así como tecnologías en un nivel general (PEA, 2006). Procedimientos y actividades que sin duda comienzan a realizarse en una clase – taller. Por ello se hace necesario que, previo al desarrollo de una clase – taller, se deba conocer ampliamente el Modelo Educativo para llevarlo a la práctica.

Este proceso previo debe complementarse con el conocimiento y comprensión del Programa de Estudios correspondiente, en el caso de la presente reflexión, de la materia de Historia Universal. Esto conlleva el análisis y comprensión de todos los elementos que lo constituyen, así como comprender la articulación existente entre todos ellos. A saber: Presentación, Enfoque disciplinario, Enfoque didáctico, Objetivo General, Propósitos por unidad, Aprendizajes, Contenidos, Estrategias, Evaluación y Bibliografía propuesta.

Resulta importante señalar que a través de la Presentación del Programa se establece el vínculo con los lineamientos generales del Modelo Educativo en relación al perfil de egreso del alumno y del enfoque didáctico, lo cual se encuentra estrechamente relacionado con la filosofía del Colegio y la misión del mismo. Por su parte, con el Objetivo General de la materia se busca cumplir con el perfil de egreso del alumno. La comprensión sobre los propósitos de cada unidad que componen nuestro programa de estudios permite conocer de forma global los procesos históricos que se abordan en las unidades, cómo se analizan y para qué se estudian. En estrecha correspondencia con los propósitos se encuentran los aprendizajes, a través de los cuales se articulan los conocimientos factuales o declarativos, los procedimentales y los actitudinales. En el ámbito de las estrategias se incluyen tanto las estrategias de enseñanza, como las estrategias de aprendizaje, es decir, aquello que realiza el profesor y lo que lleva a cabo el alumno para el logro de los aprendizajes. Dentro de este procedimiento, la evaluación cobra esencial importancia, pues permite al docente valorar el desempeño de todos los elementos involucrados en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, a fin de realizar ajustes o cambios al proceso mismo. Por último, el conocimiento bibliográfico representa un gran apoyo, tanto para el conocimiento disciplinario del profesor como para la construcción del mismo por parte del alumno.

A partir de la comprensión de todos los elementos de la propuesta institucional, y apoyados en la libertad de cátedra (que implica la obligación de alcanzar objetivos, propósitos y aprendizajes con la libre elección de procedimientos y de acuerdo al estilo de enseñanza de cada profesor), se estará en posibilidad de planificar una clase – taller de dos horas que responda a las fases teórica y práctica, para cada aprendizaje establecido en el programa. Por supuesto, habrá de considerar que cada contexto presenta particularidades, por lo que habrá de recordar contar siempre con un plan A y un plan B, dado que los alumnos en cada ciclo escolar, en cada aula, en cada turno, en cada día varían indefinidamente.

Para concluir este punto, habrá de señalarse la importancia de adquirir conocimiento psicopedagógico. Es decir, investigar y conocer a quién se enseña, en qué nivel educativo se enseña, quién aprende y cómo aprende, así como las diferentes teorías de enseñanza y aprendizaje, a fin de articularlas con el conocimiento disciplinario, y asegurar con ello el éxito en el proceso educativo.

Durante la clase – taller

A partir de la planificación, la ejecución de una clase – taller resulta un proceso sumamente interesante, pues a través de la planeación ya se han establecido y articulado objetivos, propósitos, aprendizajes, estrategias de enseñanza y aprendizaje, formas de evaluación, así como la bibliografía a utilizar. Ahora sólo es cuestión de ejecutarlas.

Es altamente recomendable que la fase teórica de la clase – taller siempre de inicio con el establecimiento del objetivo particular o aprendizaje de la misma. Con esta sencilla acción, el alumno sabrá cuál será el aprendizaje conceptual que deberá cubrir, los procedimientos que deberá realizar para ello y la importancia en su adquisición, en este caso, dentro del proceso histórico a abordar, lo cual le facultará para tener una visión general de lo que realizará en la clase – taller. Para el docente, el establecimiento del objetivo particular o aprendizaje representará el asidero que le permitirá desarrollar el proceso de enseñanza y de aprendizaje de forma gradual y progresiva.

Una vez establecido el objetivo particular o aprendizaje, el docente debe dar inicio a la presentación del tema, lo cual puede realizar a través de diferentes procedimientos. Ya sea a través de cuestionamientos directos, a partir de la lectura y análisis de un breve texto, a partir de una pregunta retórica, a partir de la exposición del profesor o a partir de la exposición del propio alumno. El procedimiento inicial debe corresponder a la práctica teórica, y definitivamente parte del estilo de enseñanza de cada profesor.

A manera de ejemplo, si la fase teórica de la clase – taller da inicio con una exposición por parte del docente o por parte de los alumnos, se considera conveniente el uso de organizadores gráficos en la clase de historia. De esta forma el alumno tendrá una visión general sobre el contenido disciplinario, amén de presentarse de forma organizada, categorizada, o incluso jerarquizada. La presentación, empero, debe ser interactiva, es decir, con una continua interacción docente – alumnos. Para ello, es recomendable que a lo largo de la exposición se recurra a preguntas sobre conocimientos previos que ayuden a la comprensión del tema actual; a preguntas generadoras que conlleven la inferencia o la reflexión sobre el contenido temático; a la analogía para promover aprendizajes significativos; así como a la reflexión sobre la complejidad de la historia, que implica el eterno viaje del presente al pasado y del pasado al presente (Carr, 1981). Considerar además enfatizar siempre la utilidad del nuevo conocimiento para la comprensión de los problemas sociales actuales.

Una vez concluida la exposición o abordaje de la fase teórica, y a fin de que el alumno se apropie del aprendizaje propuesto, se debe continuar con la fase práctica de la clase – taller, la cual, si bien está totalmente a cargo del alumno, no exime al docente de su compromiso como guía y facilitador de ambientes de aprendizaje. Motivo por el cual su principal compromiso durante esta fase será la de monitorear, asistir al alumno ante cualquier duda e incluso realizar preguntas reflexivas y sugerencias para el buen desarrollo de las actividades de aprendizaje. Es importante también considerar que, al inicio de esta fase, las instrucciones para el alumno deben ser claras y comprensibles, por lo que se debe corroborar la comprensión para la realización de las actividades correspondientes. En la clase – taller de Historia Universal, tales actividades pueden ser la elaboración de un mapa histórico para ubicar los procesos históricos en el espacio; la realización de una línea del tiempo, de un friso cronológico o de una cronología para ubicar el proceso histórico en el tiempo; la elaboración de un organizador gráfico (mapa conceptual o mental; cuadro sinóptico; cuadro de llaves, cuadro comparativo), etc., a fin de llevar a cabo procedimientos complejos que le permitan apropiarse significativamente del proceso histórico abordado. De igual forma, se pueden realizar infogramas, trípticos, análisis de imágenes, guiones de videos o entrevistas, es decir, todo aquello que le permita al alumno construir el conocimiento disciplinario de forma sustantiva. Recordemos siempre que la creatividad es parte esencial en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Resulta también relevante recordar que el proceso de evaluación debe realizarse a lo largo de toda la clase – taller. Debido a que el proceso de enseñanza y de aprendizaje conlleva valoraciones continuas sobre el progreso en la adquisición de conocimiento, el docente debe evaluar constantemente todos los elementos involucrados en tal proceso, desde su propia actuación, pasando por el uso de materiales, las estrategias de enseñanza y de aprendizaje, hasta los resultados de aprendizaje en el alumno, los cuales derivan de la articulación de todos estos elementos. La evaluación nos permitirá entonces llevar a cabo ajustes necesarios para alcanzar con éxito los aprendizajes establecidos para la clase - taller.

Conclusión de clase – taller

Con la conclusión de la clase – taller se lleva a cabo tanto el cierre de la misma, como la evaluación sobre el aprendizaje establecido. Para la materia de Historia Universal es recomendable realizar preguntas metacognitivas que permitan al alumno reparar sobre el proceso histórico abordado y la forma en que éste fue construido. Análisis general sobre el lugar que ocupa el conocimiento histórico recién adquirido en el complejo histórico total. Analogías entre el pasado y el presente. O bien, promover la reflexión en general sobre el proceso histórico abordado para la comprensión de los problemas sociales en el presente.

Como puede observarse, a través de la clase – taller, las orientaciones pedagógicas del Colegio se hacen patentes: el alumno aprende a aprender al desarrollar una autonomía en la adquisición de conocimientos, lo cual le facilita la construcción de nuevos y mejores saberes. Aprende a hacer a partir de la adquisición de habilidades, así como de métodos diversos y transversales que le permitan la aplicación del conocimiento. Aprende a ser al adquirir valores humanos, éticos, cívicos y de sensibilidad estética a lo largo del estudio de todos los contenidos disciplinarios y de su reflexión sobre los mismos en el largo proceso de la historia humana. Se convierte en un alumno crítico al juzgar la validez de los conocimientos que se le presentan. Todo ello en un contexto de Interdisciplinariedad al abordar los diferentes campos del saber en la construcción del conocimiento histórico, para comprender el desarrollo de la humanidad a través del tiempo, para generar una conciencia histórica y para desarrollar un compromiso social ante los problemas que aquejan a la sociedad del presente.Ì

Bibliografía

Carr. E. H. (1981). ¿Qué es la Historia? Barcelona: Ciencias Humanas. Planeta/Seix Barral.

Fuentes Molinar, Olac. (1990). “Democracia y Calidad de la Educación”. Contactos. Volumen 10 Núm. 3. pp. 26 – 33.

Plan de Estudios Actualizado. (1996). México: UNAM-Colegio de Ciencias y Humanidades. Unidad Académica del Ciclo de Bachillerato.

Programas de Estudio Área Histórico Social. Historia Universal Moderna y Contemporánea I – II. (2016). México: UNAM - Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades.

Revisión del Plan de Estudios. Tercera Etapa. Orientación y Sentido de las Áreas. Documento de Trabajo. (2005). México: UNAM – CCH.