Si alguien me pregunta qué me ha impactado más en estos 43 años de vivir el CCH, definitivamente no dudo en contestar que es la DOCENCIA, ese acto sublime y cotidiano que me ha permitido disfrutar la “experiencia religiosa“ de gozar al máximo la interacción de la ignorancia habitual con la que llegan los jóvenes al bachillerato y su lucha, difícil por cierto, con ellos mismos para lograr vencer sus miedos y limitaciones personales, familiares y sociales y decidir entregarse al fin a la aventura del conocimiento.
Desde luego, en estas más de cuatro décadas las posibilidades de alcanzar con éxito los propósitos que nos planteamos en el aprendizaje son cada vez científica y tecnológicamente más fáciles, pero social e históricamente mucho más difíciles y no sólo por el neoliberalismo tan mentado, como por la incapacidad de nuestros gobernantes para lograr una mejor distribución del ingreso y mayores fuentes de trabajo que incidan en un verdadero sistema educativo nacional.
Ante esta situación, los esfuerzos para una mejor educación en México han tenido lugar en forma dispersa en distintas instituciones educativas, de acuerdo con sus metas y posibilidades. Así nuestra máxima casa de estudios ha puesto su mejor disposición para mejorar la educación en nuestro país y el CCH se ha distinguido en el nivel de Bachillerato.
Así las cosas, puedo afirmar que las experiencias de enseñanza-aprendizaje son, al fin y al cabo, la razón de nuestro ser, del ser profesor universitario. Por ello, son el eje de nuestra actividad académica, sin el que cualquier actividad señalada no encontraría ningún sentido, pues todas se encaminan a perfeccionar nuestra manera de formar a nuestros alumnos, de enseñarles aquello que consideramos importante y fundamental en su aprendizaje, para que éste se vea reflejado en sus actitudes, en el desarrollo de habilidades que ya poseían, y la adquisición de otras nuevas. Así, podrán enfrentarse a la vida cotidiana, en la que se inserta el mercado laboral donde deberán, en última instancia, desarrollarse profesionalmente.
En mi docencia, ha sido prioritaria la claridad sobre aquello que consideramos lo más importante que debieran aprender los alumnos y así, buscar las mejores alternativas para convencerlos del valor de lo que deben estudiar. Al mismo tiempo, ha sido necesario también definir y elaborar los procedimientos que nos permitan conocer lo que aprenden y, en consecuencia, si están aprendiendo aquello que deseamos que conozcan.
En estas tareas, lo central para mí ha sido comprender que los aprendizajes logrados por los alumnos durante el curso tienen mayor significado que las calificaciones que obtienen, y que su valor radica en que puedan aplicar esos conocimientos en la vida diaria.
Los alumnos, por lo general, llegan al bachillerato y, específicamente, al CCH con deficientes capacidades y habilidades, así como con un alto nivel de desinformación. Además, sufren la pobreza en cuanto a un nivel adecuado del manejo del lenguaje, tanto oral como escrito, y apenas un incipiente manejo de técnicas de estudio.
Desde sus orígenes, el Colegio ha impulsado políticas institucionales que privilegian la enseñanza centrada en el aprendizaje y el diseño y operación de programas orientados a desarrollar en los alumnos las capacidades que les permitan un alto nivel de competencia en sus desempeños o habilidades, desarrolladas mediante los programas operativos y, en la actualidad, haciendo uso de las TIC en los materiales interactivos que algunos profesores elaboramos para coadyuvar al desarrollo de los aprendizajes.
Tal es el caso de los materiales que el profesor Humberto Domínguez del plantel Azcapotzalco y yo mismo elaboramos, desde 2006 y hasta la actualidad, para las asignaturas de Historia Universal Moderna y Contemporánea I y II e Historia de México I y II, que imparto. En estos materiales, pretendemos orientar el aprendizaje hacia un curso-taller, donde el alumno debe convertirse en el constructor de su propio conocimiento, con iniciativas para seleccionar las distintas habilidades que utiliza para integrar su saber, a partir de sus centros de interés y de su propia actividad, y mi papel como profesor es el de un guía y coordinador/evaluador de las acciones y producciones de los alumnos.
Dado que el propósito de mi docencia es enseñarlos a observar, a descubrir y adquirir conciencia de cómo lo hacen, tratando de inducirlos a que descubran cómo solucionar problemas en una situación dada y a que analicen las habilidades que utilizan al hacerlo, e impulsarlos a que conozcan otras, estos materiales interactivos han sido una gran ayuda para tales propósitos.
El empleo de las TIC me ha permitido interactuar con los alumnos con una herramienta que para ellos es básica en su momento histórico, de tal manera que se detectan con mayor facilidad los aprendizajes alcanzados, las necesidades estructurales para mejorar el aprendizaje y las posibilidades reales de la institución para solventarlas de la mejor manera.
En todo el tiempo que he disfrutado la experiencia de ser profesor en el Colegio, el objetivo principal de mis esfuerzos no ha sido el aprendizaje de contenidos per se, sino el desarrollo de habilidades en los alumnos, esto es, que aprendan a pensar, a reflexionar, a imaginar, a inventar, a explicar, a argumentar y a categorizar. Por ello, las operaciones mentales que pretendo que pongan en práctica, son las de adquirir información para tratarla y transformarla en soluciones y en acciones; es decir, busco que sean capaces de aplicar una serie de habilidades y competencias que demuestren que han comprendido un tema y que, al mismo tiempo, piensan en sus posibles aplicaciones. Cuando esto sucede, los alumnos son capaces de incorporar el conocimiento y utilizarlo en diferentes formas, porque si no aprenden a pensar con los conocimientos que están almacenando, da lo mismo que no los tengan.
En el equipo de trabajo integrado con Humberto Domínguez, compartimos la idea de una enseñanza que se centre en lograr tres metas generales para orientar nuestro trabajo con los estudiantes: a) Retención del conocimiento; b) Comprensión del conocimiento; y c) Uso activo del conocimiento.
La primera, incluye el conocimiento fáctico, el dominio de un sinnúmero de habilidades que incorporan técnicas, la capacidad de reflexión, habituarse a tratar con problemas y sus soluciones, la facultad de preguntar y de responder correctamente.
La segunda consiste en comprender los conocimientos que se poseen, y ser capaces de que los alumnos los recuerden, cuando requieran aplicarlos en el futuro.
La tercera, se dirige a aplicar, en situaciones de la vida real, lo aprehendido y entendido en la escuela.
Comprender y usar activamente el conocimiento sólo es posible mediante experiencias de aprendizaje fáciles de adquirir en un curso-taller, donde los alumnos reflexionan sobre lo que están aprendiendo, y con qué lo están aprendiendo.
Las actividades realizadas en mi docencia pretenden inducir a los alumnos a ser activos en su aprendizaje, es decir, deben generar explicaciones, desafiar las suposiciones, hacer comparaciones o aplicar ideas a nuevos contextos. Estas acciones van más allá de simplemente preguntar y criticar lo dicho por sus profesores.
La capacitación y actualización constante en el área de conocimiento propia de las materias que imparto, me ha permitido encaminar mis esfuerzos en el ámbito de la carrera académica a proyectos dirigidos a facilitar u operativizar en forma más sencilla las diferentes formas de lograr que los alumnos desarrollen y logren las competencias y habilidades propias para el aprendizaje, además de colaborar en programas institucionales para la formación y capacitación de profesores del nivel, al través de cursos para una mejor docencia.
La tarea ha sido más fácil, debido a la infraestructura de cómputo con que la Universidad y el Colegio han acondicionado las aulas, por lo que cada experiencia en el curso-taller, cada avance en el programa operativo, cada experiencia en el uso de las TIC en los materiales interactivos producidos me lleva a un mayor logro de los propósitos planteados.
En conclusión, la docencia como centro de mis actividades en todo este tiempo me ha hecho especialista en este nivel, experto en Educación Media Superior pero, sobre todo, me ha permitido mejorar mi docencia en la medida en que es más claro cada día lo que pretendo lograr en los alumnos, lo que queda plasmado en cada programa operativo elaborado y en mi producción académica, orientada en la perspectiva no sólo de lograr los aprendizajes en ellos, sino de colaborar también para aligerar el trabajo de los profesores de asignatura, integrando las nuevas tecnologías de la información y la comunicación a los procesos de aprendizaje.Ì